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domingo, 17 de abril de 2011

LA TIERRA

Explicaremos cómo debe ser la tierra para sembrar hortalizas en el jardín.

Su estructura: una tierra bien estructurada nos absorberá y retendrá las
sustancias nutritivas de los abonos. Para saber si nuestra tierra está bien
estructurada y en caso contrario, como modificarla, analizaremos su
naturaleza. Así mismo sabremos qué verduras nos crecerán mejor.

Su composición: los elementos indispensables que ha de tener una buena
tierra para el correcto crecimiento de las plantas son: nitrógeno (N), fósforo (P),
y el potasio (K). Un factor vital es el grado de acidez de la tierra. Para corregirlo
podemos encontrar diversos productos que nos variarán su estructura.

El humus: mezclando humus con la tierra conseguiremos
aligerarla y que retenga mejor el agua evitando su secado.
Existen productos ya preparados que incorporan turba (para
suelos calcáreos), hojas (los más comunes) o tierra vegetal (para suelos muy ácidos).

La cal: la cal se utiliza para modificar la tasa de acidez de la tierra y la que se
emplea para los cultivos es la cal de algas marinas o la cal de magnesio. En
tierras poco ácidas añadiremos cal cada 3 años y en tierras muy ácidas cada
año.

La arena: si nuestro suelo es muy arenoso no retendrá el agua de la lluvia o
del riego, ni tampoco sus nutrientes. Para evitarlo mezclaremos humus y arcilla.
Si por el contrario el suelo es demasiado pesado y arcilloso añadiremos arena
limpia y no salada, por ejemplo la de río.

El abono: si disponemos del espacio y de los residuos necesarios nosotros
mismos nos podremos elaborar el abono. Para ello haremos capas de 20 a 30
cm de: desechos vegetales (flores marchitas, hojas secas, hierba cortada,
desechos de vegetales, virutas o incluso papel) por un espesor de tierra; lo
apisonaremos todo y lo regaremos regularmente para adelantar su
descomposición.

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